Como concepto general, la psicosomática se refiere a la relación entre el cuerpo y la mente, ya sea en su funcionamiento sano como también en las disfunciones, síntomas o enfermedades que expresa la interrelación entre ambas dimensiones del ser humano. La distinción cartesiana entre cuerpo y mente ha fomentado una concepción disociada del cuerpo humano, como si fueran entidades separadas cuando en realidad somos seres vivos cuya esfera psicológica y esfera somática se interconectan y se influyen recíprocamente. Está en cada individuo reconocer, aceptar y ser consciente de la integración cuerpo-mente y
recoger los beneficios de esta concepción para un mejor cuidado de su salud.

En un sentido estricto y cómo se la conoce globalmente, la psicosomática es un área de la medicina y de la psicopatología que trata de aquellas enfermedades cuyos síntomas y causas se explican por alteraciones funcionales y no por lesiones orgánicas. En los cuadros psicosomáticos propiamente dichos se observan correlaciones entre los síntomas físicos y los disparadores o factores psicológicos. Por ejemplo, la gastritis.

Una concepción moderna y compleja de la psicosomática considera que por más peso que tengan los factores emocionales en la aparición o agudización de síntomas físicos, no hay que excluir una visión integral de cómo se llega a enfermar una persona. Esto significa tener en cuenta los factores de estrés situacionales (por ejemplo, el impacto de perder un empleo), el estrés psicosocial (agravamiento de la situación económica de un país), la predisposición hereditaria o la calidad de vida, es decir, si la persona tiene o no hábitos de vida saludables.

Los individuos que “somatizan” son aquellos que “drenan” dolorosas experiencias personales en estados somáticos. Debido a que el sistema inmune puede ser comprometido por depresión o ansiedad, episodios de varias enfermedades somáticas pueden ser motivados o exacerbados por componentes psicológicos.

Los trastornos psicosomáticos afligen a muchas personas. Algunos individuos padecen una enfermedad tras otra que no logra ser totalmente explicada por una condición médica conocida o toxina definida. Quejas somáticas difusas, dolores cambiantes, problemas gastrointestinales, dificultades sexuales o extraños malestares son típicos.

La experiencia clínica sugiere la existencia de un trastorno de la personalidad caracterizado por una habitual tendencia a expresar sentimientos disfóricos a través de la somatización.

Los pacientes que somatizan pueden presentar una confusa combinación de preocupaciones hipocondriacas, enfermedad física diagnosticable determinada por el estrés y síntomas físicos que expresan una ideación y una afectividad demasiado dolorosa para ser puesta en palabras (reacciones conversivas).

Uno de los conceptos que cobró relevancia para explicar los fundamentos psicodinámicos de la psicosomática es el de “alexitimia”. Es la incapacidad para identificar, nombrar y expresar verbalmente las emociones y los afectos. En la medida que los sentimientos o emociones no se descargan y expresan en la comunicación verbal, se canalizan en los órganos. Por ejemplo, una persona que entra en pánico y el mismo impacta en la presión arterial que se eleva considerablemente.

La alexitimia es un factor que dificulta el desenvolvimiento de una terapia verbal. Pero a su vez, una psicoterapia adecuada para éste tipo de pacientes es de vital importancia para que logren mejorar su salud y aprendan a elaborar sus conflictos y expresar las emociones asociadas a ellos.